jueves, 14 de junio de 2012


Criollismo y Modernismo

El criollismo: Esta actividad literaria llamada también "regionalismo" se afianza en Hispanoamérica en las tres primeras décadas del siglo XX.
Los escritores muestran una definida posición nacionalista en el arte y una conciencia literaria madura. Son americanistas también, en cuanto se desentienden del peso de las tradiciones europeas y centran su interés en nuestro continente.
A diferencia de los americanistas del período romántico (Echeverría y otros) y de los indigenistas de la misma época ( Zorrilla de San Martín y otros), ponen su objetivo en el paisaje antes que en los individuos. Por esto son notoriamente descriptivos. Además, los personajes de sus obras son por lo común víctimas de esa naturaleza americana, brutal, inhóspita y grandiosa.
Asimismo, son excelentes artistas que dominan la técnica de la novela, el relato o el cuento, ya maduros por esos años en Hispanoamérica, después de la maestría literaria que habían revelado en sus obras los poetas y prosistas del modernismo. Continúan esta tradición modernista de hacer verdadero arte escrito, pero con contenidos nacionales, antes que los cosmopolitas preferidos por sus predecesores.

Características
Dominan el manejo de la lengua y conocen a fondo los regionalismos de vocabulario sintácticos, que usan sin prejuicios en sus obras. Los diálogos se caracterizan por la fidelidad a las hablas locales.
Finalmente, conocen a fondo la psicología de los habitantes de esas regiones, y los presentan con exageraciones o idealizaciones irreales. Los más grandes representantes del movimiento criollista en Hispanoamérica fueron Rómulo Gallegos, Francisco Lazo Martí, (Venezuela), José Eustasio Rivera (Colombia), Horacio Quiroga  (Uruguay-Argentina), Ricardo Güiraldes y Benito Lynch ,(Argentina).


Francisco Lazo Martí, Comentarios a su obra:
El crítico Mario Torrealba Lossi afirma que «en la Silva Criolla se juntan, en mágica simbiosis, la concepción de lo hispanoamericano -el paisaje, el hombre, el sentido telúrico- así como la expresión más genuina del carácter venezolano». El mismo año en que Manuel Vicente Romerogarcía publica su novela Peonía (1890), se está graduando de médico Francisco Lazo Martí, un joven estudiante nacido en Calabozo que ha venido a Caracas sólo a recibir su diploma universitario. Ha vivido siempre en el corazón de los llanos, y a ellos regresa con su título y su vocación de servicio público. En Guárico, Apure y Barinas habrá de ejercer su profesión, más con el carácter de un apostolado que con miras lucrativas.


Su sensibilidad por las angustias y necesidades de los humildes bien pronto rebasa sus capacidades como médico, y lo atrae hacia el terreno de la política. En 1892 es redactor, en San Fernando de Apure, del periódico El Legalista, en cuyas columnas hace campaña contra el continuismo del Presidente Raimundo Andueza Palacio, a quien derroca el General Joaquín Crespo, cabeza de la llamada Revolución Legalista. El triunfo de los legalistas no representó para Lazo Martí oportunidad para escalar posiciones o solicitar recompensas. Prefiere internarse en dos pueblos barineses, Puerto Nutrias y Soledad, en los que permanece cuatro años (1893-1897), en ejercicio de la profesión.


Características de su poesía
1.-La noche aparece en todos sus poemas como algo cruel, siniestro, pavoroso.
2.-La naturaleza muere y resucita eternamente.
3.- Vivir es ignorar y es angustiarse ante el misterio.

Modernismo
José Asunción Silva es un escritor modernista pleno como con frecuencia se le designa. Este es un debate que se ha desarrollado en las últimas décadas y en el que han intervenido prestigiosos profesores y críticos, estudiosos de la literatura latinoamericana. Resulta hoy evidente que la personalidad de Rubén Darío y su genio poético, llevaron a una distorsión de la percepción correcta del fenómeno literario modernista, distorsión propiciada en no poca medida por el mismo Darío.   Ello hizo que se hablara durante años de unos precursores o premodernistas, que serían los cubanos José Martí y Julián de Casal, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera y el colombiano José Asunción Silva.

Estos habrían preparado el terreno para los modernistas de verdad, la pléyade compuesta por Darío, Lugones, Jaimes Freyre, Herrera y Reissing, Chocano, Egure, Valencia, Nervo, Urbina, Tablada, González Martínez.

Gracias a los estudios de varios analistas, entre ellos debe mencionarse a Max Henriquez Ureña, Iván Schulman y Manuel Pedro González, parece claro que hubo dos generaciones modernistas y, también, dos estilos muy distintos que coexistieron dentro del modernismo. En síntesis, la primera generación es la que encabeza Martí, que es el mayor del grupo, y cierra Rubén Darío, quien es apenas dos años menor que Silva.
Está claro que ese modernismo no se gestó gracias al simple capricho estético de un grupo de escritores, sino como una actitud ante la creación literaria, que se caracteriza por una conciencia artística muy profunda y por una voluntad firme de innovar en los territorios formales del lenguaje.

Y todo ello como expresión y consecuencia de las grandes transformaciones filosóficas, sociales e ideológicas de la época, que Iván Schulman enuncia someramente así: «la industrialización, el positivismo filosófico, la politización naciente de la vida, el anarquismo ideológico y práctico, el marxismo incipiente, el militarismo, la lucha de clases, la ciencia experimental, el auge del capitalismo y la burguesía, neoidealismo y utopías...»

La obra de José Asunción Silva es breve. Comprende alrededor de 150 poemas, una novela titulada De sobremesa y una serie, también breve, de prosas y notas críticas. Los poemas están distribuidos en cuatro conjuntos. El principal de ellos, por su calidad y coherencia, es El libro de versos, el único que Silva organizó y dejó listo para publicar. Bajo esas características y con ese título se dio a conocer por primera vez en 1923. En 1945 se hizo una edición facsímilar, excelente reproducción de los originales. Este volumen comprende su producción de 1891 a 1896.


Su obra primera, escrita entre los 14 y 18 años de edad, estuvo inédita hasta 1977, fecha en que se halló en la Biblioteca Nacional de Colombia un libro manuscrito, conocido parcialmente, el cual se publicó bajo el título de Intimidades, con un estudio del profesor Héctor Orjuela, experto en el trabajo silviano.

Los últimos dos conjuntos de su poesía se han reproducido como capítulos de la obra completa. Uno corresponde a un grupo de poemas sueltos que se suele publicar con el título de Poesías varias y el otro a una serie de versos satíricos, conocida como Gotas amargas, la cual fue reconstruida por sus amigos, pues el poeta nunca quiso publicarla. La anterior es la organización dada a la obra poética de Silva por los críticos que la han estudiado a lo largo de este siglo, y así han podido establecer fechas, autenticidades y características. Sin embargo, el primer libro de Silva se publicó en Barcelona en 1908, por la editorial Maucci, con un visionario prólogo de Miguel de Unamuno.